domingo, 12 de septiembre de 2010

¿Cuántos son 13 + 18?

¡Muchísimos! 13+18 no son 31, sobre todo si es un grupo como el que hoy, 12 de septiembre de 2010, ha visitado Lucerna cargado de ilusión, de ganas de conocer, de saber, de convivir...
Unos en tren y otros en coche, cada familia según su preferencia y comodidad, llegamos a tiempo a encontrarnos ante la puerta central de la estación de Lucerna a eso de las 10 de la mañana. Las aguas del Lago de los Cuatro Cantones brillaban de gusto al ver un grupo con tantas ganas. Pero nosotros seguimos andando; saludamos desde la otra ribera a las montañas más próximas. Respondieron. Pasamos por delante de la iglesia de San Leodegardo, uno de los monjes fundadores de la Lucerna medieval, e hicimos nuestra primera parada larga en el Panorama Bourbaki. Admiramos allí la solidaridad de los suizos de los primeros años de la joven Confederación Helvética, surgida en 1848 y salimos convencidos de las miserias de todas las guerras.
Desde allí, nos fuimos a ver el León Herido: un monumento levantado en homenaje a los casi 700 guardias suizos que murieron, en 1792, defendiendo al rey Luis XVI de Francia y a su familia a quienes servían. Encima de la escultura del león están las palabras de la dedicatoria: "A la fidelidad y el valor de los suizos". Debajo están inscritos en la roca los nombres de los que murieron. A los pies del monumento hay un pequeño lago.
Entramos luego en el Jardín de los Glaciares y los primero que hicimos fue recuperar fuerzas en la terraza. Después de comer nos reímos en los espejos que deformaban nuestras imágenes. Fuimos capaces de salir del laberinto de cristales de la Alhambra de Granada. Observamos la flora y las rocas características de los Alpes. Entendimos muy bien la realidad del calentamiento global cuando vimos el retroceso del hielo en los glaciares y nos quedamos tan sorprendidos como el vecino que no pudo hacerse su bodega cuando hizo sus sorprendentes descubrimientos en el lugar que nosotros visitamos.
Más tarde recorrimos la calle central del casco viejo de Lucerna y descubrimos algunos trampantojos en varias fachadas muy bien decoradas. Entramos en un puente que es (casi) el puente cubierto más largo de Europa: ¡No le cabían más flores en sus maceteros! Más de uno vio en seguida la puerta secreta por la que podrían haberse escapado algunos de los sabios que encerraron en la Torre.
Pero, llegados aquí, tuvimos que despedirnos a toda prisa y echar a correr para que no se nos escapara el tren. De este modo, conseguimos estar de regreso en Berna, ducharnos, cenar, preparar nuestra mochila escolar y dormir como troncos, tan troncos que muchos no se enteraron de la tormenta hasta que, al día siguiente, se lo dijo su madre.
¡ENHORABUERA A TODOS POR VUESTRA ACTIVA PARTICIPACIÓN!